miércoles, 1 de mayo de 2019

Poetry Slam Madrid: abril de 2019


24 grados a finales de febrero son miel amarga para un corazón enfermo,
porque la sangre se subleva contra los principios democráticos
y contra la Constitución antes de tiempo.
Se adelanta la primavera y el mes de abril acabará ardiendo.

En marzo, hay truenos por las calles y adoquines pidiendo besos.
El sol, fuera de lugar, invita a paseos multitudinarios;
invita a hacer historia teñida de morado
llevando en los labios esperanza, llevando puñales de poeta.

Que se manifieste el mes de marzo contra el orden natural.
Pues en las manifestaciones se aprende que hay más gente que cunetas,
que hacemos por vivir sobre la tierra y la España Viva está podrida y hueca.

Y en este cuento tan bonito de estudiantes con flequillo,
sin canciones de los Rolling y Rosalía aflamencando la guerrilla urbana;
podríamos besar los adoquines y encontrar la arena de playa.
Con ella forjaremos cristales de los fracasos de nuestros padres
y los clavaremos en sus carnes, en las nuestras y en las calles.

Nuestra bandera son los colores primarios tras la lluvia necesaria.
También lo es el violeta de la verdad.
Mientras, ondean trapos; trapos que se heredan, trapos que se prenden
y se queman con sorprendente facilidad.

Jamás incitaría a la violencia contra los símbolos del Estado aconfesional.
Dios me libre, Él es el que manda.
Y yo algún día querría jurar una cartera ministerial ante dos listones de madera
que tengan las piernas cruzadas.

Quizás tomando a sorbos los borbones.
Quizás reyes a mansalva, quizás princesas a borbotones.
Quizás espíritu de la Sorbona, quizás despertemos contra los ladrones.

La renovación política era una princesa
leyendo la Carta Magna con aire marcial.
Toda rica, toda tiesa; toda rubia en un cole que no paga papá.
Toda fauces en el photocall de la Iglesia,
mientras la familia no se traga y se pelea
como en cualquier otra cena de Navidad.

Si no existiesen los discursos de Nochebuena, los reyes se extinguirían
y su vacío lo ocuparía Carlos Sobera hablando de las maravillas de apostar.

Pero llega abril y aún hay reino.
Llega abril y aún quedan ruedos.
Llega abril y los de bien no son españoles buenos.
Llega abril y su 14 trae mejores recuerdos
que cualquier otro de febrero.

Llega abril y la primavera se hilvana
en nuestro ánimo con aires de ley marcial.
Nos burbujea el sistema nervioso al contacto con navajas de plata,
con lunas macabras, con recuerdos que espantan.

Llevo los dedos a flor de piel cada vez
que aletea un colibrí sobre mis derechos,
cada vez que los roza un abanderado de los privilegios.
Mi linaje es el de los bordes de la carretera y, en su caminar sincero,
dará su aliento a cambio de flores vivas, de trincheras vacías,
de dolor lejano, incluso ajeno al recuerdo.

Serán en vano los versos, como siempre lo fueron.
Por cada corbata habrá un hueso rodeando el congreso.
Por cada gato habrá una lechera de la policía nacional.
Será en vano este abril una vez haya muerto,
será en vano como lo fue cualquier intento de libertad.

Pero por todos los abriles que no fueron
algún día habrá uno que acabará ardiendo.
Y, mientras llegue, lucharemos.














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